sábado, 11 de octubre de 2008

Carlos Federico Barttfeld/P-2/el poder.


CARLOS BARTFFELD, MASON Y AMIGO DE MASSERA, FUE EMBAJADOR EN YUGOSLAVIA CUANDO SE VENDIERON ARMAS A CROACIA

En el mismo barco

El hombre que el gobierno designó como embajador en Yugoslavia durante la época en que se pactó y concretó la venta de armas argentinas a Croacia es un reconocido miembro de la logia Propaganda Due y de estrecha relación con el ex almirante. Barttfeld también había sido nombrado por la Marina durante la dictadura como sucesor del asesinado embajador en Venezuela, Héctor Hidalgo Solá. Ahora, es el representante argentino en China.


Por Susana Viau y Eduardo Tagliaferro


Carlos Federico Barttfeld fue embajador argentino en Yugoslavia entre 1991 y 1995, período en que ingresaron con destino a Croacia 6500 toneladas de armamento procedente de Fabricaciones Militares. Lo curioso es que Barttfeld, funcionario de carrera del servicio exterior, es miembro de la logia P-2 y está vinculado al ex almirante Emilio Massera, al igual que el "suicidado" capitán de navío Horacio Estrada y el capitán de corbeta Horacio Debernardi, relacionados ambos con el escándalo de la venta ilegal de armas. Barttfeld concretó su definitivo ascenso profesional gracias a Licio Gelli y desarrolló misiones de compromiso cuando la Cancillería, tras el golpe de 1976, quedó bajo influencia naval. En la actualidad se encuentra al frente de la delegación diplomática en China. La causa judicial que investiga el tráfico ilegal de armas espera la declaración testimonial del embajador, quien, acuciado por el disgusto de Belgrado, envió al ministro Guido Di Tella dos faxes advirtiendo lo que ocurría. Barttfeld solicitó permiso para testimoniar por escrito. El juez federal Jorge Urso lo denegó por considerar que nada sustituye a un interrogatorio cara a cara.

Azul naval
La historia de Barttfeld está ligada a la Marina y al ex almirante por diversas razones. Una de ellas, el ferviente antiperonismo juvenil de los dos personajes; la otra, su afición por las logias masónicas. En 1955, con la Revolución Libertadora, el joven teniente Emilio Massera quedó adscripto al Servicio de Informaciones Navales; Barttfeld ingresaba al cuerpo diplomático, desmantelado por el golpe y rearmado en base a radicales, socialistas y gente afín a la política que marcaban los nuevos tiempos. Según quienes lo conocen de entonces, Barttfeld simpatizaba con el socialismo democrático que, en realidad, no era ni una cosa ni la otra sino todo lo contrario: progolpista y, eso sí, masónico. No obstante, uno y otro acabaron adaptándose a las circunstancias: Massera, con el regreso de Juan Domingo Perón al país en 1973, se convirtió en su mejor interlocutor dentro de una fuerza tradicionalmente hostil al justicialismo y accedió, contra la lógica escalafonaria, a la comandancia de la Armada. Barttfeld fue prohijado por el canciller Alberto Vignes.


Es verdad que Massera y Barttfeld habían desarrollado tempranos contactos con la logia y su gran contramaestre Licio Gelli, ingresado a Argentina por la puerta grande: como parte de la comitiva que trasladó a Perón de regreso al país en 1973. El canciller Alberto Vignes rubricó junto a Perón uno de los primeros decretos otorgando a Gelli la Gran Cruz de la Orden del Libertador y dándole al italiano, en agosto del '74, el cargo honorario de consejero económico de la embajada argentina en Italia. Fue el propio Licio Gelli quien comisionó a Barttfeld para que dejara el consulado general en Hamburgo y se dirigiera a Roma: "...Escribí al ministro Vignes --cuenta Gelli en una carta dirigida a César de la Vega, también embajador en la UNESCO-- para indicarle el traslado de Hamburgo a la embajada en Roma del Dr. Barttfeld". De la Vega, un cargo "político", había ingresado en el '73 a la Cancillería y era uno de los personajes con que la logia contaba en Buenos Aires.


El resto de los cofrades, según se descubrió en las listas incautadas en "Villa Wanda", la mansión que Gelli tenía en Arezzo, eran los generales Carlos Guillermo Suárez Mason y Luis Betti, el todavía almirante Eduardo Emilio Massera, José López Rega, el embajador en Uruguay, Alberto de la Plaza; extraoficialmente se agregaban el ex ministro de Defensa de Isabel Perón, Adolfo Savino, el secretario de propaganda José María Villone (los dos en la esfera del "brujo"), el capitán de navío Carlos Corti y el último Canciller, Benito Llambí.
Barttfeld estaba inscripto en los anales de la P-2 con el número 479, Massera con el 478 y ambos, al parecer, precedían en su incorporación a todos los demás. El Banco Ambrosiano era la joya de la corona de la P-2 y a través de él se canalizaban buena parte de los fondos vaticanos. El presidente de la sucursal porteña del Banco Ambrosiano fue el almirante Carlos Guido Natal Coda, antecesor de Massera en la comandancia de la Armada.


Servicios prestados

Gelli también fue beneficiado por la dictadura con el puesto de ministro plenipotenciario para asuntos culturales en la embajada argentina en Italia, un salvoconducto que le permitiría aducir inmunidad diplomática y esquivar la acción de los carabinieri.


Se le proveyeron cuatro pasaportes diplomáticos argentinos, tres de ellos fueron otorgados por la Marina y uno se terminó de adulterar, bajo la mirada atenta del capitán de navío Horacio Estrada, con el trabajo esclavo de Víctor Basterra, secuestrado en la ESMA. Basterra y Estrada, ex jefe de los operativos de la ESMA, ex agregado de la fuerza en Sudáfrica y vinculado como el capitán de corbeta Debernardi al tráfico ilegal de armas, debieron declarar en la causa iniciada contra Gelli por falsificación de documento en la justicia federal. El juez instructor de la causa fue Néstor Blondi, quien también tuvo a su cargo la investigación de la muerte de Fernando Branca. Hoy, Blondi es el abogado del coronel prófugo en Sudáfrica Diego Palleros, uno de los gestores, junto a Estrada, Jean Bernard Lasnaud y Luis Sarlenga de la venta de armamento a Ecuador. Las casualidades son muchas en esta historia y Sudáfrica --una suerte de aguantadero de la ESMA-- era el lugar al que, según versiones emanadas de la inteligencia naval, también procuraba dirigirse Estrada si conseguía el dinero necesario. No pudo hacerlo. Había declarado dos veces ante el juez Urso y se suicidó 48 horas después de la última citación. En esos días Página/12 se comunicó con Blondi y preguntó, entre otras cosas, por Estrada.


--Yo no lo conozco. No tengo ni idea. El que lo conoce es Palleros --contestó el ex juez.

--Sin embargo usted lo indagó en el juicio a Licio Gelli --le recordó este diario. Blondi se rió con ganas.
--Ustedes saben más de nosotros que nosotros mismos. La verdad, no me acordaba --dijo para cerrar el tema.
Debernardi cubría otro frente: el de la ex Yugoslavia. Fue el representante del gobierno bosnio ante Fabricaciones Militares. Debernardi había integrado EDESA, la empresa creada por Massera para la compra-venta de armamento con el pretexto del reequipamiento naval. Fueron muchos los cambios de directorio en EDESA. Sin embargo, Debernardi permaneció firme, aguantando la vela. Otro de los directores de EDESA era el yerno de Adolfo Savino.


Todos eran hermanos

Entre activos y retirados del servicio exterior no se duda de la fuerte relación que une a Massera con ese hombre inteligente, brillante conversador, alto y "buen amigo", como todos coinciden en pintar a Barttfeld. Es más, recuerdan que solían llamarlo "Manuelita Rosas" porque era quien se acercaba al gran dictador para pedirle por la suerte de los marginados dentro del cuerpo diplomático. Igual que el Ministerio de Bienestar Social y el Canal 13, la Cancillería había quedado en la esfera del control naval; el ministro de Relaciones Exteriores era, por lo tanto, el vicealmirante César Guzzetti. Fue precisamente desde la secretaría de Guzzetti que se emitió el cable 535 del 29 de noviembre de 1976 con destino a la embajada en Italia: "V.E. --decía-- se servirá volver a incluir en guía diplomática local al señor Licio Gelli quien seguirá prestando su colaboración como hasta el presente (...). Toda comunicación referida al Sr. Gelli deberá ser manejada exclusivamente por V.E. en cable o nota para conocimiento exclusivo del Canciller Guzzetti".


Guzzetti iba a explicar después, ante la Fiscalía de Investigaciones Administrativas, que "el envío del cable mencionado obedeció a una orden expresa emanada del entonces jefe de la Armada, almirante Emilio Eduardo Massera, desconociendo los motivos que pudo tener el almirante para hacerlo". Barttfeld, entre tanto, había pasado por destinos siempre interesantes para el almirante y para la logia: Hamburgo, un puerto de importancia capital si se piensa en las tratativas para la compra de submarinos de las acerías Thyssen; Roma --otro enclave destacado para la compra de armamento-- y Rumania. Rumania, como luego Yugoslavia, no eran metas apetecibles para el cuerpo diplomático, pero allí, en 1975, se había fundado el Instituto para Problemas sobre el Nuevo Orden Internacional: el pidduista Gian Carlo Elia Valori era secretario general del organismo y Nicolae Ceaucescu, su presidente honorario. Tanto el gobierno de Isabel Perón--José López Rega como la P-2 y Massera tenían en esa zona de Europa Oriental un insospechado interés: Rumania se perfilaba como uno de los puntos de triangulación de armamento. Massera viajó a Bucarest en 1981,


Concluidas esas misiones, Barttfeld regresó a Buenos Aires como director del área de América Latina del Palacio San Martín. El almirante le tenía reservada, con todo, una misión delicada: reemplazar al secuestrado y asesinado embajador en Venezuela Héctor Hidalgo Solá, un crimen en cuya génesis se reconoce la mano del ex almirante y sus operativos de la ESMA. Caracas en 1977 era también un territorio clave: la embajada había quedado acéfala por ese hecho sobrecogedor, Venezuela estaba gobernada por el socialdemócrata Carlos Andrés Pérez y era refugio de una numerosa y conspicua colonia de exiliados argentinos. Barttfeld aceptó la designación sin chistar.


Con la dictadura en retirada, Massera debió aclarar, entre otras cuestiones, la entrega irregular de pasaportes a Licio Gelli. El ex almirante respondió: "Gelli prestó servicios de indudable mérito a la Argentina, más allá de sus problemas financieros. Nos apoyó en la lucha contra la subversión y nos apoyó en el manejo de la imagen argentina en el exterior". Al pedírsele precisiones sobre el tipo de "servicios prestados" por Gelli, el ex triunviro se amparó en "razones de seguridad nacional" para callar. Gelli había echado raíces en Argentina: se hundieron en tierras de Tandil, específicamente en la estancia "Don Alberto" que estaba a nombre del ex canciller Vignes. Gelli recurrió a un argentino para que lo asesorara en la negociación: nada menos que a Arnoldo Barttfeld, hermano del embajador.



Hoja de ruta de Barttfeld
Por S.V. y E.T.
Informes anónimos hicieron saber al abogado Ricardo Monner Sans que el ex embajador en Yugoslavia, Carlos Federico Barttfeld, habría sido convocado a Buenos Aires para participar de una reunión "en la que las autoridades intentarán convencerlo de que modere en todo lo posible su futura declaración en sede judicial". Se afirma que, precavido, Barttfeld habría dado aviso al ministro Di Tella del posible desvío de armas argentinas, supuestamente vendidas a Panamá. La ruta profesional de Barttfeld, un diplomático de carrera, es tan sugestiva como sus vinculaciones con el ex almirante Emilio Massera y la P-2.
* A solicitud de Licio Gelli fue trasladado a Roma, en la misma época en que se realizaron en la capital italiana dos importantes reuniones de la logia P-2 donde se definieron los planes masónicos.
* Participó de la misión diplomática en Rumania. Entonces la república dirigida por Nicolás Ceacescu tenía un lugar destacado en el negocio de triangulación de armas y era centro de interés tanto para Isabel Perón y José López Rega como para la P-2 y Emilio Massera.
* Ocupó el consulado general en Hamburgo. Alemania fue un objetivo central en los planes de equipamiento naval impulsado por Massera.
* Reemplazó en Venezuela al asesinado embajador Héctor Hidalgo Solá. Un destino que no muchos miembros del cuerpo diplomático estaban dispuestos a asumir.
* La embajada en Yugoslavia, considerada un destino menor para los miembros de la Cancillería, lo tuvo como su titular durante todo el período en que las armas argentinas desembarcaron en el puerto de Rijeka. * En la actualidad se desempeña como embajador en China. El diplomático no podrá afirmar como el catalán Joan Manuel Serrat que "llegaba siempre tarde adonde nunca pasa nada".

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Patricio Jose Maguire

Fue Miembro de Número de la Junta de Historia Eclesiástica Argentina, dependiente del Episcopado.
Egresado de la Escuela de Defensa Nacional.
Actuó como Investigador en el prestigioso Instituto de Investigaciones Históricas "Emilio Ravignani", de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires.