sábado, 23 de agosto de 2008

Alderete: Nos mandaron esto sobre tu actual Jefe.


INTELIGENCIA PRIVADA:


UNA HISTORIA CRIMINALComo dijimos en ediciones anteriores, el gobierno se propone unir los servicios de inteligencia, incluidos los militares, para reprimir el descontento popular. En esa tarea tendrán la colaboración directa de agencias privadas de espionaje, integradas por viejos mafiosos y criminales.Por Alejandro GuerreroTiempo atrás, los medios publicaron noticias sobre el desembarco en la Argentina de varias agencias privadas de inteligencia, todas de origen norteamericano. Cada una tiene su historia, pero en este artículo nos dedicaremos a Trident Investigative Services Inc., dirigida por el coronel Oliver North (aquel que estuvo en el centro del escándalo Irán-contras) y representada en el país por el uruguayo, nacionalizado norteamericano, John Battaglia Ponte. Hablar de esa firma y de esos personajes implica referirse a la supervivencia y reciclaje del Plan Cóndor, organización criminal dedicada, además de la represión, al tráfico de armas y de drogas, negocios que aún hoy constituyen su mejor especialidad.Battaglia Ponte fue uno de los coordinadores del Cóndor, trabajó para la CIA y para North, estuvo encargado de detectar y perseguir a los exiliados argentinos en los Estados Unidos en tiempos de la dictadura y tuvo activa presencia durante aquellos años en el Paraguay, en la Argentina y en su país de origen, el Uruguay. También tuvo su papel en América central, y esas referencias geográficas trazan el mapa de una red mafiosa internacional cuya eficacia se sostiene hasta el día de hoy.En principio, Trident continúa trabajando para la inteligencia norteamericana, y Battaglia Ponte, de viejos contactos con militares argentinos, ha tomado parte en la organización de grupos paraestatales de represión en México, donde, como se sabe, han tenido intervención activa varios asesores llegados de la Argentina.Por ejemplo, son conocidos de Battaglia los grupos paramilitares Los Chinchulines, con base de operaciones en el municipio de Chilón; Paz y Justicia, en Sabanilla; el Frente Cívico Luis Donaldo Colosio y la Organización Juventud Independiente, en Tila y Salto de Agua. También los llamados Guardias Blancos, autores del asesinato de unos 600 campesinos en los últimos cuatro años.Por cierto, la presencia de consejeros militares argentinos entre las fuerzas desplegadas en Chiapas, tal como hicieron en los años 80 en El Salvador, Honduras y Guatemala, señala la supervivencia de un sistema clandestino y secreto de coordinación de la inteligencia militar, y en este punto resurgen por su propio peso nombres como los de Oliver North y Battaglia Ponte.En otras palabras: persiste la actividad de organizaciones mafioso-represivas creadas hace casi 30 años, y consolidadas, en lo que a los militares argentinos respecta, cuando, tras el golpe de 1976, Guillermo Suárez Mason promovió la fundación del Grupo de Tareas Exteriores (GTE) del Batallón 601, un aparato de inteligencia militar vinculado con la Secretaría de Inteligencia del Estado (SIDE).Represión y narcotráficoLos primeros contactos de la inteligencia militar argentina con los grupos centroamericanos de extrema derecha se produjeron por intermedio de la organización neofascista italiana Avanguardia Nazionale en 1973, cuando el terrorista italiano Stephano Delle Chiae, de contactos fluidos con la DINA chilena, comenzó a operar en la Argentina. Michael Townley (convicto en los Estados Unidos por el asesinato del ex canciller chileno Orlando Letelier), hizo de nexo entre la primera misión de consejeros argentinos y el oficial del ejército salvadoreño Roberto D'Aubisson.En 1980, producido el narcogolpe de Luis García Meza en Bolivia -respaldado por la dictadura argentina, al punto que el brigadier Omar Graffigna estuvo personalmente en un aeropuerto militar de La Paz la noche de la sublevación-, hubo allí una reunión peculiar, entre Luis Arce Gómez (hoy preso por narcotráfico en los Estados Unidos); su primo Roberto Suárez, llamado entonces "el barón de la droga", Delle Chiaie y el teniente coronel argentino Hugo Miori Pereyra, delegado de Suárez Mason. En ese cónclave se llegó a un acuerdo para establecer un mecanismo de tráfico de drogas y lavado de dinero en América central y del sur, para financiar grupos paramilitares y, por supuesto, el bolsillo de quienes sellaron aquel pacto.La presencia de la secta MoonMiori ayudó a Delle Chiaie a organizar un escuadrón terrorista en Bolivia, llamado Novios de la Muerte. Ese escuadrón, asesorado por el criminal nazi Klaus Barbie, coordinó el Servicio Especial de Seguridad e instruyó a soldados bolivianos en técnicas de tortura; al mismo tiempo, daba protección al negocio de la cocaína. Todo esto fue ratificado por el testimonio de la narcotraficante boliviana Sonia Altala ante un jurado norteamericano.El vínculo entre los traficantes de drogas y los grupos paramilitares tomó nueva dimensión cuando, también en 1980, se reunió en Buenos Aires, presidido por Suárez Mason, el Cuarto Congreso Latinoamericano de la Liga Anticomunista, afiliada a la Liga Mundial Anticomunista (World Anti-Communist League, WACL).Asistieron a esa reunión el presidente de la WACL, Woo Jae Sung, figura importante de la secta Moon; representantes de la P-2, delegados del ex dictador nicaragüense Anastasio Somoza y de la organización terrorista cubana Alpha 66; el salvadoreño D'Aubisson, el neofascista guatemalteco Mario Sandoval Alarcón y el citado Delle Chiaie, entre otros. John Carbaugh, asistente del senador Jesse Helms, y Margo Carlisle, asistente del senador James McClure, estuvieron en calidad de observadores.Represión y narcotráficoEl coronel argentino José Osvaldo Ribeiro, (a) Balita, fue nombrado responsable del destacamento argentino en Centroamérica. El teniente coronel Miori sirvió de "mensajero", y a él se le asigna un papel importante en la coordinación del tráfico de drogas a través de El Salvador. La cocaína era transportada a bases de la Fuerza Aérea salvadoreña y enviada desde allí a los Estados Unidos. Parte de esa droga financiaba los escuadrones de la muerte del mayor D'Aubisson.Todas estas operaciones, digamos al pasar, estaban supervisadas personalmente por el coronel North y por Battaglia Ponte.Uno de los contactos de North y Battaglia Ponte era el teniente coronel argentino Santiago Hoya, (a) Santiago Villegas. Hoya y Ribeiro fueron participantes activos de las operaciones que luego derivaron en el escándalo Irán-contras, organizado por North con la colaboración de Battaglia. Ribeiro, además, tuvo responsabilidad en toda una serie de desapariciones de personas en el contexto del Plan Cóndor.Battaglia y Ribeiro también fueron instructores de los servicios de inteligencia paraguayos, chilenos y uruguayos. Desde su habitación en el Honduras Maya Hotel, en Tegucigalpa, Ribeiro empezó a coordinar sus operaciones con ex miembros de la Guardia Nacional somocista, a los cuales Hoya, jefe de operaciones, encargó la construcción del campo de entrenamiento conocido como Sagittarius, en las afueras de Tegucigalpa, y el campo clandestino de concentración llamado La Quinta.Hoya y Ribeiro tomaron contacto con el general Gustavo Alvarez Martínez, cabeza del G-2 del ejército hondureño, con el ex capitán de la Guardia Nacional somocista Emilio Echaverry y con los jefes contras Arístides Sánchez, Enrique Bermúdez y Frank Arana.Battaglia Ponte también intervino, por cuenta de la CIA, en las negociaciones que culminaron con la creación de una dirección "contra" colegiada, después de la formación de la Legión Setiembre, integrada por ex guardias somocistas. Así se constituyó la Fuerza Democrática Nicaragüense.Según una investigación del San José Mercury News, las actividades de la FDN se financiaron en gran parte con el tráfico de cocaína, trasportada hacia los Estados Unidos, como quedó dicho, desde bases aéreas salvadoreñas. Esas operaciones fueron diseñadas por los nicaragüenses Danilo Blandón, José Norwin Meneses y el ex coronel somocista Enrique Bermúdez, uno de los asesores favoritos de los militares argentinos y del propio Battaglia Ponte. Blandón, quien además recibía un sueldo del gobierno norteamericano como agente especial de la DEA, admitió ante el Congreso de los Estados Unidos que, entre 1981 y 1988, se traficaron por esa vía más de 100 kilos de cocaína semanales.Lavado de dineroOtros agentes del Batallón 601, entre ellos Raúl Guglielminetti, (a) mayor Guastavino; Leandro Sánchez Reisse, (a) Lenny; y Jorge Franco, (a) Fiorito, se especializaron en lavar dinero del narcotráfico. Franco viajó a América central dos veces, y en una de ellas usó su verdadera identidad. Franco estuvo en América central hasta fines de 1987, y conoció bien a Battaglia Ponte.Sánchez Reisse reveló que el general Suárez Mason y la sección del ejército bajo su comando recibió dinero del narcotráfico para organizar la contrainsurgencia centroamericana. Él explicó que dos negocios en Miami, uno llamado Argenshow, dedicado a la contratación de servicios turísticos por América latina, y otro llamado Silver Dollar -una casa de empeños manejada por Guglielminetti- usaban sus locales para transferencias de dinero.Sánchez Reisse admitió que Argenshow y Silver Dollar habían servido de canal para transferir 30 millones de dólares del narcotráfico, vía Panamá, a Suiza, Liechtenstein, Bahamas y las islas Cayman. Ese dinero, según indicó, terminó en manos de la contra nicaragüense. También reveló que, desde mediados de los 80, la CIA estaba plenamente informada del funcionamiento de esos dos negocios en Miami y había dado su aprobación para las maniobras de lavado. Esas operaciones estaban entre las favoritas de North y Battaglia Ponte.De ayer a hoyToda esa estructura se mantuvo mucho tiempo y se mantiene aún hoy. Por ejemplo, una vez estallado el alzamiento guerrillero en Chiapas, marchó a asesorar a los militares mexicanos Juan Martín Ciga Correa, (a) mayor Santamaría, otro conocido de Battaglia Ponte desde los tiempos de Sánchez Reisse y Guglielminetti. Las autoridades argentinas tenían una orden judicial de arresto contra Ciga Correa por el asesinato, en 1974, de Carlos Prats González, ex comandante del ejército chileno.Además, Battaglia Ponte, al igual que North, tiene vínculos aceitados con la secta Moon, que financió buena parte de sus actividades en los años 80. Y, si se tiene en cuenta la fuerte presencia actual de esa secta en Corrientes y en la zona de la Triple Frontera, surgen por su propio peso incógnitas inquietantes.He ahí la calidad de la inteligencia privada que busca nuevos mercados en la Argentina, de donde, en verdad, nunca se habían ido. La presencia de esa gente en la Triple Frontera y su despliegue en territorio argentino, indica la supervivencia del Plan Cóndor y los servicios que prestarán a la represión local frente a cualquier levantamiento popular por pan y trabajo.
Publicado por Ex-Agentes en
17:22

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Patricio Jose Maguire

Fue Miembro de Número de la Junta de Historia Eclesiástica Argentina, dependiente del Episcopado.
Egresado de la Escuela de Defensa Nacional.
Actuó como Investigador en el prestigioso Instituto de Investigaciones Históricas "Emilio Ravignani", de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires.